viernes, 26 de octubre de 2012

Querido hijo…



¿Sabes que mi sueño más grande sería volver a ser joven? pero no pienses que esta ilusión absurda tiene como objetivo divertirme como lo hacía cuando era joven o tener más tiempo ante la carrera de la vida, ¡no, nada de eso!, la causa de mi sueño eres tú.
Sí, hijo mío, porque quisiera tener tu edad para poder sentarme a hablar contigo como un amigo, como esos que tanto aprecias con los que prefieres conversar antes que prestarme atención a mí, a tu viejo padre, ese que tú dices que no te entiende y con quien a veces no cruzas más que unas breves frases en el curso de unas semanas.
¡Cuántas veces no he querido que me preguntes si deseo ir al cine o si quiero acompañarte al fútbol!
Ahora, cuando trato de revisar en mis recuerdos mis relaciones contigo en los últimos tiempos, pienso que sí, que quizás he actuado a veces de una forma que no ha sido la más conveniente para ti.
Pero es que con frecuencia nos ciega el exceso de amor, ese que nos lleva a agobiar al ser querido con nuestros cuidados, ese que, en un momento de peligro hace que demos la vida por la persona que queremos...
Quisiera enseñarte todo lo que sé, resguardarte de todas las caídas, de todas las heridas que yo he sufrido porque no podría soportar que la vida fuera cruel con lo que más quiero en este mundo.¿Cómo quieres entonces que no te pregunte a qué hora regresas por la noche, o que no me interese por saber quiénes son tus amigos o que no te aconseje cuando pienso que tienes un problema?, yo sé, lo veo en tu mirada de fastidio, que "ésas son cosas de viejo", que prefieres que yo te tome como un ser adulto a quien no hay que cuidar, como ese hombre que ya quieres ser... pero no puedo contenerme, desde que he visto que mis cuidados te molestan, trato de controlarme, de verte salir a la calle como algo indiferente, de imaginarme que ya lo sabes todo.
Y entonces me acuerdo de mi juventud, de mi adolescencia llena de alegrías, pero también de esos tragos amargos que yo quisiera que tú nunca tuvieras que probar.
Muchas veces me pregunto si no soy padre sólo para eso, para estar en tu camino y ayudarte a que no tropieces con las piedras que se interpusieron delante de mí...
Pero en ese momento, cuando quiero decirte algo, descubro tus ojos con esa nota de cansancio, con ese brillo que nunca he querido pensar que es de burla.
Pero hijo, ¿Si tú no vienes a mí, si me niegas la más mínima participación en tu mundo?, ¿cómo voy a hacer entonces para no morir poco a poco de angustia pensando en los peligros que pueden acecharte?.
¡Bien, te propongo un trato!, acércate un poco a mí, ven de vez en cuando, a contarme algo, pásame la mano por los hombros e invítame a dar una vuelta por la esquina, siéntate junto a mí, aunque sea unos minutos, en mi viejo sillón.
Yo aprovecharé esos instantes para darte mis consejos, esos que se me quedan clavados en el corazón si no te los digo, te prometo no preguntarte más nada, no agobiarte con indicaciones cuando vayas a salir por la noche o fuera de la ciudad.
Pero regálame esos instantes, déjame esos instantes, déjame hacerme al menos, la ilusión de que me oyes, de que, cuando lo necesites, tendrás mis palabras a la mano.
Aunque pienses que no me escuchas, no importa, yo sé que esas frases se quedarán en ti, como todo lo que se dice con amor, con mucho amor.

                                                                                                                                 TU PADRE

miércoles, 24 de octubre de 2012

Qué razón tenías papá…


Cuando me dijiste que a mi edad aun no estaba preparado para controlar mi vida, que era yo muy joven, que esperara un poco más de tiempo y luego tú mismo me ayudarías a independizarme. Y, sin embargo… preferí no escucharte? te dejé con la palabra en la boca, y me fui de la casa, según yo, a comerme al mundo a rebanadas.
Repetiste una y otra vez que tú sólo querías lo mejor para mí, y que tus regaños no eran por desamor?
Qué Razón tenías Papá, cuando te acercaste a mí, y me dijiste que viviera conforme a mi edad, porque la juventud es como un suspiro del alma, y cuando nos damos cuenta, los años nos llevan ventaja; me dijiste que no dejara los estudios porque de ello dependería gran parte de mi vida en el futuro? Yo no tuve esa oportunidad que tienes ahora, hijo, me dijiste en aquella ocasión, y sin embargo mi respuesta fue? Tú que sabes de eso? lo que pasa es que tú eres de otra época? No se como no te cansas de estarme dando sermones?? Fue por eso que, solo llegué hasta la secundaria?
Ya ves, papá, apenas era muy joven y tuve que asumir roles de paternidad, por esa falta de responsabilidad? Yo siempre escuchaba decir… algún día tu también serás padre y vas a entender la razón y pensando te dije yo sí seré un buen padre, a mis hijos, no los estaré fastidiando tanto, dejaré que sean los que ellos quieran, y que sean felices; yo si seré un buen padre.
Me aconsejaste que, pasara lo que pasara, viviera como viviera, nunca me humillara ante los demás, porque la dignidad no se vende, no se pierde, y hasta la libertad tiene sus límites, y apenas me sentí libre, aproveché para emborracharme con mis amigos hasta desfallece, aunque me advertiste que el enemigo no estaba en casa, sino en las calles, disfrazado de falsos amigos, absurdos placeres y dinero manchado.
Ya ves, papá, hoy me arrepiento de todas esas palabras contra ti, de mis actos que tanto te dañaron, de las mentiras mal armadas que inventaba con tal de no escuchar tus sabios consejos, y sabia que tu habías luchado mucho para mantenerme con una buena  educación y que no me faltara nada que podías aconsejarme para no cometer errores que me lamentara a la largo de mi vida.
Mírame ahora, papá, sentado, lleno de angustia, esperando noticias de mi hijo, ese al que yo iba a educar? mejor que tú a mi, sí? también él se sintió grande, a pesar de mis consejos decidió no escucharme y, hacer su propia vida como lo hice yo, le pido a Dios que me ayude, y a ti mii padre ojalá me hayas perdonado? Me costó mucho tiempo, dolor, y sufrimiento, pero después de tantos años, logré entender que por fin te amé, papá, más de lo que yo creía?